miércoles, 4 de julio de 2012

La Marcha del Carbón. Medina del Campo-Arévalo. Día 13.

Van tan rápido que parece que quieren llegar a Madrid antes de lo previsto. En realidad les gustaría, confiesan, no tener que entrar el día 11 en la capital como meta de esta III Marcha del Carbón. Les gustaría que todo se arregle, volver a estar con la familia, ver a los amigos, pensar que el futuro es algo que va a llegar mañana y no que puede perderse por el camino.


**Hoy los mineros nos acogieron en su marcha. A Fidel Fernández, a Alfonso Zapico y a una servidora (Aitana Castaño). Íbamos dispuestos a repartir abrazos pero fueron ellos y ellas los que nos los dieron a nosotros. Gracias a los mineros de la marcha, a los compis (Fer, Andrés, Martín, Eva, Belén e Iñigo "El Inglés"), gracias a toda la organización y sobretodo gracias a Marcos Miranda que, desde su furgoneta destartalada, no nos quitó ojo para que no nos pasara de nada.

El ánimo a los mineros es continuo, durante todo el trayecto.

Shaila Hidalgo acusa el cansancio, pero se ve con fuerzas. Llegará a Madrid.
Reina el silencio en la marcha. Solo los pitidos solidarios de algunos conductores (también se oye algún insulto) remueve a la Marcha del Carbón que levanta sus bastones en señal de agradecimiento.

Hoy tiran los leoneses. Llevan buen ritmo.

Avituallamiento líquido y sólido para los marchantes mineros.

Un plátano para coger fuerzas. Aún quedaban a estas alturas 10 kilómetros de etapa.

Los mineros llegan a Arévalo al grito de: "Si esto no se arregla, guerra, guerra, guerra".

Las banderas asturianas ondean. "Puxa Asturies" se oye entre los vecinos.

La bandera negra sigue ahí. El futuro no puede ser tan negro, aseguran.

a

Últimos metros antes de llegar al polideportivo donde descansar de una de las jornadas más largas y duras de la Marcha.

Los vecinos de Arévalo aplauden al maso de los mineros.

El final. Agua y sólido para reponer fuerzas.



A
La Cuenca del Nalón se recibe con alegría. Los mineros buscan noticias de su tierra. "¿Cómo está todo?, parece que hace diez años que nos fuimos", dice uno de los mineros.

El agotamiento hace mella en las piernas y la espalda. Se aguanta pero a veces el cuerpo dice basta.


Ducha, bocadillo, una siesta, una ducha, ese dolor de pies que no cesa. El descanso merecido llega en el frontón municipal.

El hospital de campaña empieza a llenarse de "pacientes".

Y los pies son lo peor. Ampollas, esquinces, talones heridos...

Hasta mañana.

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